¿Siempre tengo que desayunar leche?
¿Los lácteos que no son desnatados engordan mucho?
¿Es cierto que tomando productos sin lactosa puedes generar una intolerancia a la lactosa que antes no tuvieras?
¿Cuánta leche deberían tomar al día los niños de 7/8 años?
¿Cuánta leche deben beber diariamente?
¿Es cierto que deben eliminarse los lácteos cuando hay tos o resfriado?
¿Cuánta leche puede consumir un adulto y un niño?
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Podemos decir que en general, ningún grupo de alimentos es imprescindible siempre que los nutrientes que nos aporten éstos los incluyamos a través de otros. Por tanto, los lácteos como grupo no son imprescindibles para vivir o para gozar de una buena salud (si no, las personas alérgicas a la proteína de leche enfermarían toda su vida)
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Es cierto que giran muchos mitos -falsas creencias, pseudociencia, falta de evidencia, o como queramos llamarlo- en torno a ellos, pero realmente son un alimento saludable, rico en diferentes nutrientes, y además dentro de nuestra cultura es nuestra fuente principal de calcio. Por supuesto, no es la única. Otros alimentos como las almendras, el brócoli, las raspitas de pescados como la sardinilla o boquerón, las alubias, el tofu solidificado con sales cálcicas o las coles (tipo col china) son también muy buenas fuentes de calcio, por lo que si prescindimos de los lácteos, deberíamos incluirlas de forma diaria en nuestra alimentación.
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Los lácteos más recomendables son los naturales, de hecho los derivados azucarados, edulcorados o de sabores no se aconsejan y no los consideraríamos saludables. Dentro de los naturales, no se aconseja el consumo de desnatados salvo casos muy concretos. En general, en niños, adolescentes y en la mayoría de la población adulta, la recomendación es de que la leche sea entera o semidesnatada (pero no desnatada), y los yogures también enteros (incluso se puede también optar por los griegos) Esta grasa láctea, al contrario de lo que se creía hace años, tiene un papel muy importante en el organismo, destacando el transporte y absorción de vitaminas como A, D, E y K, y presenta algunos tipos de ácidos grasos con efectos cardioprotectores.
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Como último requisito, se ha observado que el perfil nutricional, en concreto el lipídico, es mejor en las leches que proceden de animales en libertad alimentados con pasto que en las de animales de granja alimentados con pienso. Por lo que dentro de las posibilidades, sería la mejor elección.
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En cuanto al contenido energético, la diferencia entre un yogur o un vaso de leche entera (o semidesnatada) y uno desnatado es mínima, por lo que esta diferencia energética no va a suponer un superávit suficiente como para aumentar tu grasa corporal (‘engordar’) Además, los lácteos enteros son más saciantes por lo que seguramente comamos menos cantidad y no tengamos hambre durante más tiempo, equilibrando indirectamente la ingesta energética. Aquellos lácteos más ricos en grasa, como mantequilla, quesos curados o nata, sí que se aconseja reducirlos y consumirlos en menores cantidades, ya que debemos priorizar otras fuentes de grasa como el aceite de oliva virgen extra, los frutos secos y semillas, etc. que tienen un contenido en nutrientes diferente y más variado. Pero pueden formar parte también de una dieta saludable.
La recomendación de consumo de lácteos sería de entre 0 y 3 raciones diarias (2-3 si no se consumen otras fuentes de calcio)
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siendo una ración:
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1 vaso de leche (250ml)
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2 yogures
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125g de queso fresco
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30g de queso curado
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Por ello, según estas pautas, el máximo recomendado serían 3 vasos de leche (y ningún lácteo más) Como siempre, esta recomendación es orientativa y se debe individualizar, se podrían consumir más pero puede darse el caso entonces de que estemos desplazando el consumo de otros alimentos, también saludables, que nos aportan otros nutrientes diferentes.
El desayuno es un buen momento para incluirlos, pero también puede serlo cualquier otra comida, así que no es necesario desayunar siempre leche u otro derivado.
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La leche contiene un azúcar naturalmente presente que es la famosa ‘lactosa’. En el intestino delgado hay una proteína, concretamente una enzima, denominada ‘lactasa’ que rompe esta lactosa en azúcares más pequeños para poder ser absorbidos. Cuando una persona no produce lactasa (la enzima) la lactosa no se rompe, se queda en el intestino y las bacterias la fermentan produciendo la sintomatología típica de este trastorno (hinchazón, gases, dolor abdominal, diarreas…) La leche ‘sin lactosa’ realmente SI tiene lactosa, PERO le añaden lactasa para que al tomarla contemos con ella en el intestino y podamos ‘romper’ este azúcar. ¿Qué ocurre si tomamos leche sin lactosa? o lo que es lo mismo, ¿qué ocurre si tomamos lactasa de forma exógena? pues que nuestro cuerpo podría dejar de generar por sí solo la lactasa, y acabaríamos dependiendo siempre de la lactasa ingerida para poder digerir bien la lactosa. Como dato curioso, muchos intolerantes a la lactosa sí que pueden tomar lácteos fermentados como yogur, kéfir o queso, ya que en su proceso de elaboración las bacterias fermentadoras transforman gran parte de la lactosa en ácido láctico (de ahí la acidez de estos productos) y este ácido se digiere de forma diferente sin necesidad de lactasa, quedando una cantidad de lactosa mínima que sí toleran.